CUANDO ELEGÍ HABLAR DESDE MI VERDAD

 "Cuando elegí hablar desde mi verdad"


Hay momentos en la vida en los que una se encuentra rota por dentro, con los pedazos del alma regados entre decisiones, culpas y recuerdos. No es fácil mirarse al espejo cuando todo parece desmoronarse, cuando quienes te rodean solo ven el error sin conocer el contexto, cuando el juicio pesa más que la compasión… y cuando la persona que esperabas que te sostuviera emocionalmente, simplemente no está.


Pero hay algo más profundo que el dolor: la verdad guiada por Dios.

Y hablar desde la verdad no es un ataque, es un acto de sanación. Es poner luz donde ha habido sombra, es permitirte sentir lo que tanto tiempo callaste, aunque eso implique parecer vulnerable, aunque eso signifique despedirse.


Hoy no hablé desde la rabia ni desde el ruego. Hablé desde la claridad que da el dolor procesado. Le dije a alguien lo que necesitaba decirle: no para convencerlo, sino para liberarme. Porque entendí que seguir esperando validación de quien no sabe escucharme, solo perpetúa el ciclo de abandono que he vivido tantas veces. No merezco amor a medias. No quiero vínculos intermitentes. No me construyo sobre silencios incómodos ni respuestas vacías.


Pude haberme quedado callada, tragándome las palabras que me quemaban por dentro. Pero elegí lo contrario: abrir mi corazón una última vez, con dignidad, con fuerza, con compasión. No por él. Por mí. Y por el llamado que Dios está haciendo a mi vida.


Porque sé que el Espíritu Santo está redirigiendo mis pasos. Y aunque este proceso duela, también. me está preparando. Me está limpiando. Me está afirmando en quién soy en Cristo: amada, perdonada, restaurada y con propósito.


Y entendí que cuando alguien no sabe recibir tu alma desnuda, no es porque no valgas, es porque no puede. Y eso, aunque duele, también libera.

Dios no me quiere recogiendo migajas donde Él ha preparado banquete.

Él no quiere que yo me conforme con relaciones rotas, porque está formando en mí un corazón entero.


Estoy aprendiendo que el amor verdadero comienza por mí. Que merezco ser escuchada, respetada, elegida sin dudas ni huidas. Y que cuando me atrevo a poner límites sanos, no pierdo: me alineo con la voluntad de Dios para mi vida.


Hoy no cierro un capítulo. Hoy comienzo otro: más consciente, más fuerte, más fiel a mí misma y a mi Creador. Me perdono, me abrazo y me prometo no volver a mendigar presencia donde no hay compromiso. Hoy abrazo el proceso con fe, sabiendo que los planes de Dios son de bien y no de mal.


Gracias, vida, por enseñarme a soltar con amor lo que no me sostiene.

Gracias, corazón, por seguir latiendo incluso cuando todo parecía perdido.

Y sobre todo, gracias Dios, por recordarme que no estoy sola, que soy tu hija, y que aún en medio de mi quebranto estás obrando algo hermoso.


Hoy, más que nunca, soy un alma en proceso…

pero también una mujer con propósito, gracia y esperanza.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

MENTE VANA ¿QUE ES UNA MENTE VANA?

A VECES SOLTAR NO ES RENDIRSE, ES SALVARTE

SABER PEDIR