CUANDO EL ALMA PIDE SER VISTA
Hay días en los que subo una foto, comparto un logro o una parte de mi historia… y me quedo esperando. Espero los “me gusta”, los comentarios, esa pequeña señal de que alguien me vio, de que no estoy sola, de que lo que hago importa. Y no porque busque ser famosa o figurar, sino porque —en el fondo— anhelo ser amada, validada, aceptada.
¿Te ha pasado? A veces no es solo en redes. Puede ser en casa, en la familia, en una amistad… donde sentimos que damos mucho, pero recibimos poco. Que nadie nota el esfuerzo, el cambio, la lucha interna. Y ese vacío empieza a doler.
¿Por qué sentimos esa necesidad de ser vistos? Porque fuimos creados para vivir en conexión, para amar y ser amados. Pero cuando esas necesidades emocionales no se nutren a tiempo, comenzamos a buscarlas en otros lugares: en el rendimiento, en la imagen, en los aplausos. Y ahí es donde la validación externa se convierte en una necesidad constante, casi adictiva.
Pero quiero decirte algo que también me repito a mí misma: tu valor no está en lo que haces, ni en quién te responde, ni en cuántos te siguen. Tu valor está en que fuiste creada con propósito, con intención, con amor. Dios ya te validó antes de que subieras tu primera foto o hablaras tu primera palabra. Él te ve, incluso cuando nadie más lo hace. Él aplaude lo que haces en lo secreto, celebra tus batallas internas y nunca deja de amarte.
Sanar no significa dejar de compartir o de disfrutar que te vean. Sanar es entender desde dónde lo haces. Que lo que muestras no sea un grito de “mírenme”, sino una expresión libre de “esto soy, y esto es lo que Dios está haciendo en mí”.
Si hoy te sientes sola, no estás sola. El Cielo te acompaña. Y aunque nadie te dé like, tu historia sigue siendo hermosa. Y vale la pena contarla.
No necesitas ser vista por todos para ser amada. Solo necesitas recordar quién eres y quién te sostiene.
Línea directa al cielo… porque en Él siempre hay señal.
Comentarios
Publicar un comentario