ENSEÑANZA DÍA MARZO 19, 20 Y 21
ENSEÑANZA DÍA MARZO 19,
20 Y 21
Marzo 21 del 2014. Hora
9:44 p.m.
- - EL Señor es quien tiene mis tiempos en sus manos (Salmo 31:15ª). Él es quien aumenta mis horas, quien toma el control de mi día, solo debo esforzarme y ser diligente, porque él siempre me respaldara si lo busco.
- - Es necesario que aprenda a esforzarme y ser valiente (Josué 1:9), y sobre todo diligente. Hoy puedo decir que ahora más que nunca entiendo estas órdenes dada por Dios, ya que cada día se hacen realidad en mi vida. Desde que comienza mi día muy de madrugada hasta cuando termina a altas horas de la noche, puedo reconocer que es el quien me ayuda a esforzarme, ser valiente y diligente. Él ha prometido estar conmigo para siempre y en cada jornada de trabajo, que emprenda el me acompaña y apoya dándome las fuerzas que necesito para tener la victoria al final del día.
JOSUE
1:9 dice, MIRA QUE TE MANDO QUE TE ESFUERCES Y SEAS VALIENTE; NO TEMAS NI
DESMAYES, PORQUE JEHOVA TU DIOS ESTARÁ CONTIGO EN DONDEQUIERA QUE VAYAS.
- - Aprendí que debo ser diligente, él hombre diligente es sabio, no puedo dejar las cosas a medio hacer, no puedo rendirme en el camino. Siempre estaré respaldada por la buena voluntad de Dios hacia mí por medio de los hombres. Él es quien abre y cierra puertas.
- - Cuando tengo paz no temo lo que ha de venir. Siempre debo hablar la verdad porque así no tendrá el enemigo razones con que avergonzarme. Cuando Efesio 6:14, habla de ceñir nuestros lomos con la verdad, hace referencia a las partes íntimas de hombres y mujeres que cuando están expuestas son causa de vergüenza, por lo tanto es un símil de lo que quiere hacer satanás desnudarnos y avergonzarnos, pero cuando yo hablo verdad estoy protegiéndome de esta clase de ataque. Al cubrirnos con las VERDAD, soy respaldada por la ARMADURA DE DIOS, y además decir la verdad nos abre puertas de bendición que son galardones a la honestidad y sinceridad.
- - Y esta es la más fuerte pero necesaria enseñanza. El Señor me enseño que sin darme cuenta le estuve enseñando a mis hijos a ser intolerante, impulsivos y malgeniados. Todos estos días me ha venido hablando por medio de la palabra, por televisión específicamente las predicas dados por varios pastores en EL CANAL ENLACE, y por algunas predicas de mi Pastor, de que a los niños se les enseña más con el ejemplo que con las palabras, y que yo me estaba desgastando en palabrerías, discursos vanos y legalistas de comportamiento ejemplar, que solo eran obras muertas que no daban ningún fruto, ya que yo con mis acciones o mejor nuestras acciones (padre y madre) estaba dándole muerte a la palabra dicha y ellos estaban absorbiendo todo lo malo de nuestro comportamiento y reacciones ante las diversas situaciones que se nos presentaban en nuestro diario vivir. Yo los invito a reflexionar en el ejemplo y testimonio que le estamos dando a nuestros hijos, debemos cuidar nuestro testimonio de nuestros amigos y conocidos pero sobre todo lo debemos proteger de nuestros hijos que son los afectados directo de las limitaciones que nos atacan. Cuando les damos mal ejemplo a ellos, estamos pisoteando la obra de Dios en sus vidas.
- - La intolerancia es una reacción desesperada a la impotencia del hombre, es un fruto de la carne que impide la obra de Dios en nuestras vidas. Así que debemos entregarles a Dios esta área y esperar que el molde nuestro carácter. De hecho estos días el me permitió vivir situaciones difíciles y desesperantes que sacaron a relucir lo que había en mí y así poder entender que necesitaba entregarle esta zorra pequeña a mi Padre, y aún más doloroso fue darme cuenta que era mi culpa el mal comportamiento de mis hijos que yo y mi esposo éramos la imagen que ellos estaban imitando y que si no los corregimos a hora mismo pueden llegar a ser personas con problemas de ansiedad, depresión, irritabilidad, fracasados y hasta conflictivos. Así que es URGENTE, retomar el ejemplo que debo darles a mis hijos, para hacer de ellos el hombre y mujer que Dios ha prometido que va hacer en ellos, según el propósito de sus vidas, eso sí siempre de la mano de su palabra.
a AMEN Y AMEN.
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